¿Por qué es tan importante la cultura empresarial?
No importa a qué se dedique nuestra organización, el tamaño que tenga o si lleva mucho o poco tiempo en el mercado: la cultura empresarial es en gran parte responsable de su éxito o su fracaso. Esta puede definirse como el conjunto de normas, valores, creencias, e incluso la forma de pensar y de actuar que son compartidas por todos los miembros de la empresa.
Hasta tal punto es importante, que es una de las primeras cosas que se enseña a los nuevos miembros de la plantilla. No se trata de saber solo qué hay que hacer y cómo hay que hacerlo, sino para qué se hace.
Existen muchos tipos de culturas empresariales, desde la motivadora hasta la autoritaria. Aunque son muy diferentes entre sí, todas ellas son en cierta medida tradicionales y, por eso, se quedan un tanto anticuadas.
La irrupción de la cultura innovadora
Frente a las culturas empresariales tradicionales se posiciona la cultura innovadora, surgida en gran medida de la mano de las empresas digitales.
Puede que estas compañías sean más pequeñas y no tengan tanto poder, pero nos han demostrado que cambiando el enfoque a la hora de hacer las cosas pueden hacerse fuertes y ofrecer un ambiente y un estilo de trabajo que los trabajadores valoran mucho. Es David venciendo a Goliat cuando se trata de atraer y retener el talento.
Por eso, implantar este tipo de cultura no debería ser cosa solamente de empresas de nueva creación. También las organizaciones tradicionales deberían decidirse a implantar cambios para innovar.
¿Qué define a una cultura empresarial que innova?
Si tuviéramos que dar una serie de características clave para identificar la cultura de la
innovación en las empresas, serían las siguientes.
1. Trabajadores y tecnología como centro de todo
En estos casos el trabajador y el uso de las tecnologías se convierten en el epicentro de la cultura empresarial. De modo que las nuevas tecnologías faciliten al máximo las tareas que llevar cabo, acabando con tareas tediosas y repetitivas que desmotivan a los empleados y suponen una pérdida de eficiencia para la empresa.
2. Nuevas formas de trabajo
Para las empresas nativas digitales el trabajo en red o incluso el trabajo remoto es algo habitual, no una excepción.
No le tienen miedo a implantar sistemas de teletrabajo o incluso una jornada flexible en la que los empleados tengan un mayor margen para decidir cuándo entran a trabajar y cuándo salen.
3. Los jefes son sustituidos por líderes
El organigrama clásico de jefes y subalternos lo encontramos difuminado en las empresas digitales con una cultura innovadora.
No se busca al directivo prototipo con muchos conocimientos y puño de hierro. Aquí lo que hacen falta son líderes, que sean capaces de dirigir a sus equipos a través de la motivación y convirtiéndose en un ejemplo para los trabajadores que dependen de ellos.
4. Todo el mundo es valioso y puede innovar
Si la cultura empresarial tradicional es cerrada y muy poco flexible, con la innovadora no ocurre lo mismo. Las empresas que han apostado por esta filosofía transmiten a sus empleados lo importante que es seguir avanzando.
Esto se traduce en que todos ellos pueden presentar propuestas para seguir mejorando. A través de algo tan sencillo como los canales digitales de comunicación, los trabajadores pueden manifestar a la dirección sus ideas para un nuevo proyecto de trabajo, pero también nuevas opciones para mejorar el ambiente laboral o para facilitar la conciliación. No se cierra la puerta a ningún tipo de innovación.
¿Cuál es el resultado de implantar una cultura de innovación?
En el sector digital las cosas cambian muy rápidamente, y las empresas necesitan contar con los empleados más capacitados y motivados, así que la atracción y retención del talento se nos ha vuelto fundamental.
Sin embargo, los jóvenes de la generación millennial no entienden el trabajo como lo hacían sus padres. Ya no existe esa fidelidad hacia la empresa y, por tanto, no hay interés en desarrollar toda la carrera profesional en una misma organización.
Los nuevos talentos quieren obtener experiencia, formarse y buscar un trabajo que les suponga siempre un reto. Esto da lugar a que el índice de rotación en las empresas haya crecido de forma notable.
Pero la cultura de innovación se ha convertido en la nueva arma de las empresas para lidiar con los nuevos trabajadores ofreciéndoles un trabajo que es mucho más que pasar ocho horas en una oficina haciendo lo mismo día tras día.
Ahora podemos ver cómo el trabajo se ha vuelto mucho más dinámico y el empleado se siente más valorado, haciendo que la rotación disminuya.
La empresa innovadora, ¿nace o se hace?
Las empresas surgidas en la última década han apostado fuerte por la cultura innovadora y, además, lo han hecho muy bien. Pero esto no implica que otras organizaciones más tradicionales no puedan hacer nada.
La innovación no llega por sí sola, sino que hay que buscarla. Cada vez son más las empresas que se dan cuenta de que sus viejos métodos de trabajo y de gestión del personal ya no son eficientes.
Esta nueva filosofía empresarial no es una moda, sino uno fenómeno que ha llegado para quedarse. Por ello, aquellas compañías que quieran seguir siendo competitivas van a tener que ponerse al día.
La llegada de nuevos líderes, más jóvenes y con ideas más frescas, es un muchos casos el revulsivo que hace falta. Aunque no podamos hacer el cambio de un día para otro, lo cierto es que los empleados suelen reaccionar bastante bien cuando la empresa decide dar el paso hacia la innovación. De hecho, los trabajadores son una buena fuente para comenzar a hacer algunos cambios en la empresa y orientarse hacia una perspectiva novedosa.
Cambiar la cultura de la empresa nunca es sencillo, pero en el entorno actual es otra manera más de seguir siendo competitivos.