Enfrentarte a tus límites (en la montaña) para ser mejor

Cuando elegimos el camino difícil, el bueno, el éxito sabe infinitamente mejor.

Este mes de julio pude cumplir uno de mis sueños, escalar el MontBlanc que con sus 4.810 metros es el punto más alto de la Unión Europea. Para dar más belleza y exigencia al reto elegí la ruta de los cuatromiles, también conocida como de los tres picos. Mucho más dura y técnica que la normal, pero mucho más estética. Este desafío me ha hecho aprender poderosas lecciones a través de las similitudes entre las vivencias en la montaña y nuestra capacidad de alcanzar nuestros objetivos personales y empresariales.

En primer lugar, el planteamiento de objetivos es esencial tanto en el alpinismo como en los negocios. Al igual que trazamos rutas y establecemos metas específicas en las expediciones de montaña, debemos definir objetivos claros y alcanzables para nuestro equipo y organización. Lo ideal es poder descomponer estos objetivos en otros más pequeños de tal forma que nos animan a seguir avanzando según vamos cumpliendo hitos. Durante la pasada expedición descompusimos la ascensión en 3 fases, la primera hasta el hombro del Tacul, la segunda hasta la escalada del muro del Mont Maudit y la tercera hasta la cima. Estos objetivos nos brindan una brújula que nos guía en nuestro camino hacia el objetivo final que nos hayamos propuesto y nos ayuda a verificar los avances que vamos realizando aunque la cumbre no sea visible aún.

Pero plantear objetivos no es suficiente, necesitamos prepararnos y preparar a la organización para los desafíos a los que se va a enfrentar. Esta preparación deberá ser progresiva y constante en el tiempo, no se tiene un equipo de alto rendimiento esprintando todos los días. En la alta montaña el ejemplo es la preparación física y la aclimatación para evitar mal de altura. Y esa aclimatación no dura mucho, un par de semanas. Por lo que si perdemos la práctica dejaremos de contar con esa capacidad y la deberemos reentrenar. En esta ocasión, para poder disfrutar de la ascensión y hacer cima, tuve que aclimatarme unos días antes en un cuatromil cercano (gran Paradiso 4.61m) y tuve que preparar mi cuerpo para el esfuerzo. Primero con sesiones de entrenamiento general y un par de meses antes de la ascensión con entrenamientos específicos que consistían entre otras cosas en cargar la mochila con garrafas de agua que subía hasta lo alto del pico de la sierra de Madrid más cercano de casa. En la empresa y en nuestros proyectos personales ocurre igual, formar a los equipos de forma continua o implementar las capacidades tecnológicas debe ser una constante evolutiva y no acciones puntuales.

La búsqueda de la eficiencia es otro paralelismo clave. En la montaña, cada movimiento, cada gramo que llevas en la mochila y cada recurso cuentan. Un exceso de peso puede malograr un intento de cumbre. Por eso las marcas de material técnico se esmeran en conseguir los pesos de piolets, crampones, ropa, etc. De manera similar, en los proyectos que gestionamos debemos buscar constantemente la eficiencia, optimizando nuestros procesos y recursos. Una sobrecarga en estructura o en procesos nos pueden hacer perder el impulso que necesita nuestro negocio para alcanzar el objetivo.

El liderazgo es fundamental tanto en el alpinismo como en los negocios y en la vida. Como líderes, debemos inspirar, motivar y guiar a nuestro equipo o a nuestros hijos hacia la cumbre. Al igual que un guía experimentado en la montaña, debemos mostrar el camino, brindar apoyo y fomentar un espíritu de equipo que nos permita superar los desafíos con confianza y determinación. Tarde o temprano llegarán momentos difíciles que nos hagan dar el 150% de nosotros mismos, y sólo con la correcta guía podremos salir airosos de esas situaciones. Este punto me recuerda a uno de los tramos más complicados de la ascensión, el muro del Mont Maudit. La pared estaba tan helada y dura que casi no clavaban los crampones, pero gracias a la seguridad que me transmitió mi guía Nacho García no dudé en continuar la ascensión y completar este hito clave.

Por último, pero no menos importante, la gestión de riesgos es un factor crítico en ambas situaciones. En la montaña, cada paso implica una evaluación cuidadosa de los riesgos y la toma de decisiones fundamentadas. Estos días lo viví en los momentos clave de escalada en hielo o cruzando las peligrosas grietas y seracs de los glaciares. También se trata de evitar ciertos riesgos innecesarios, por ejemplo en este caso dadas las malas condiciones del hielo para la bajada decidimos regresar por la ruta de Gouter (más larga y pesada para volver) evitando este riesgo detectado en la subida. Del mismo modo, en la empresa o en los proyectos personales, debemos ser capaces de evaluar y mitigar los riesgos, tomar decisiones informadas y adaptarnos rápidamente a los cambios del entorno, aunque requiera dar algún rodeo.

Este logro personal en el MontBlanc ha sido una experiencia transformadora que ha reforzado mi pasión por el alpinismo y mi dedicación a liderar el proyecto de Apache y LLYC hacia nuevas alturas. Este tipo de aventuras que nos sacan de la zona de confort y nos llevan al límite nos ayudan a alcanzar cumbres aún más altas y convertirnos en mejores líderes. Por eso intento cada año plantearme un reto de este tipo. De hecho, acabo de volver a casa y ya estoy pensando en la del año que viene.

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